Lancelot by MER

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viernes, 22 de mayo de 2009

LA BÚSQUEDA





No sé si sé quién sÖy. Llevo tiempo perdida y supongo que llevo tiempo tan solo sobreviviendo.

Tuve una infancia muy feliz, lo cual hace que la recuerde con mucho cariño. Me sentía muy bien en esa época, pequeñita, con mucha imaginación, con ganas de descubrir el mundo.

Leía. Siempre leía cosas de todo tipo, pero cuando fui creciendo, imagino que de repente, un buen día, me tropecé con algo que me impactó mucho. Leía sobre una cosa que después descubrí que la gente llamaba AmÖr.

Era bonito, muy bonito. Imagino que me enamoré del AmÖr en toda su extensión. Imagino que leí cosas agradables sobre él. Las chicas eran princesas, y los chicos príncipes y, entre ellos, ocurrían cosas que, así descritas, parecían maravillosas. Imagino que, entonces, fue cuando decidí que yo quería ser una princesa de un cuento de esos, pero claro, no una princesa cualquiera: sería una princesa especial.

Una princesa encantadora que, a lo mejor no era la más bonita, pero bueno, todas las princesas eran rubitas, con los ojos azules, de tez pálida… y yÖ me miraba al espejo y decía…pues va a ser que yo tengo todo eso, así que, a ver si va a ser verdad que yo soy una de ellas. Además, yo era alegre, algo tímida, curiosa, cantarina y bailarina…y todos me decían que era una nena especial. YÖ, miraba a mi alrededor y pensaba…”nÖ sé. Hay mucha gente en el mundÖ e imaginÖ que habrán también muchas Ötras princesas…por qué habría yÖ de ser tan especial?”…

Entonces fue cuando empecé a mirar a los demás a través de los ojos de mi cÖrazÖn. Se abrieron y, tras restregármelos un poquito para enfocar, comencé a ver a la gente de forma distinta.

Cuando empecé a hacer eso, comprendí por qué yo veía especial a mucha gente y por qué mucha gente me veía especial a mí. Era por mis ÖjÖs. Resulta que cuando miras con el corazón, se te ponen los ojos preciosos y comienzas a hacer y decir cosas que, aunque parecen tonterías, a veces son ingeniosas, pero, sobretodo, son sinceras. Y parece ser que eso gusta. Y parece ser que por eso yÖ, gustaba a casi todo el mundo.

Así que, dije…”vale niña, sigue haciendo eso porque, además de que te gusta a ti, le gusta mucho a los demás”. Igual pensé que eso era lo que hacía sentir una cosa que me intrigaba mucho. Se describía con una palabra que sonaba muy, muy bonita que, vista con los ÖjÖs, sonaba así: FEliciDAd.

Y había muchas, muchas canciones donde la utilizaban. Y cuando la gente las escuchaba, parecía que, de repente, todos los ÖjÖs se encendían con una luz muy bella.

Total, que fui creciendo y, aunque no es que viviese en un palacio ni que mis padres fuesen los reyes perfectos, seguí creciendo un poquito.

De repente, un día comencé a sentir cosas algo distintas a las que había sentido hasta entonces. Notaba algo así como que a veces, me faltaba el aire. Entonces, yÖ me preocupé porque pensé que estaba enferma. Y lo estuve, pero eso no tenía nada que ver con esa sensación. Aquello era algo físico. Hasta entonces, creo que yo era una princesa con un cuerpo que sÖlÖ sabía bailar al compás de los cuentos de hadas. Literalmente.

Eso físico era algo extrañÖ y me pasaba cuando leía cosas acerca de los caballeros y príncipes. YÖ creía que sabía lo que hacían los príncipes: ir a caballo, aprender a manejar la espada, defender a los desvalidos, estudiar mucho para poder convertirse en reyes y gobernar de forma responsable el reino, etc. Parecía algo muy interesante.

Por supuesto, también sabía lo que debían hacer las princesas: estar siempre muy bellas y dÖminar todas las artes. El cantÖ y el baile para amenizar las fiestas de palacio. La escritura, para poder ayudar a los reyes y a los padres de los reyes para gestionar sus asuntos. La cocina, para poder alimentar a sus hermanos y así misma mientras los reyes estaban trabajando. La costura, para poder bordar telas y así hacer bonitas todas las indumentarias…(aunque nunca llegó a hacer trajes enteros como novelas, porque para eso hacía falta técnica y eso parecía aburrido, con tapas duras y tal…)

Y una noche llena de estrellas lÖ sintiÖ. Mientras leía algo acerca de un príncipe que se había encontrado con una princesa, algo sintiÖ. Era algo nuevo. Era como cuando pones una Ölla con agua a hervir, a fuego lento, o cuando el cielo se va nublando en una mañana gris, para dar paso, lentamente, muy lentamente, a una tarde lluviosa y a una nÖche de temporal.

Ella no sabía qué era aquello, pero leía que, cuando el príncipe miraba a las princesas, ellas sentían mucho calÖr y que se les salía el alientÖ por la boca. Entonces, ellos recogían ese alientÖ con sus manos, y empezaban a hacer algo así como la magia del AmÖr. Cuando tenían el alientÖ de las princesas en una mano, con otra iban dando vueltas al aire hasta formar un remolino. Ya más mayor, se enteró de que eso es lo que se llama una espiral celta. Y, ni todas las mujeres son princesas, ni todos los hombres son príncipes, ni todas las manos son capaces de hacer esa mAgÏA. Pero sé que en Galicia dominan ese arte. (Es que lo han visto mis ÖjÖs).

MER


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