
Si he de ser sincera, creo que en la actualidad, las personas andamos tan perdidas por los caminos de la vida que ni siquiera nos paramos a pensar qué significa ser hombre o mujer.
Recorremos senderos regidos por convencionalismos. Ruido, ruido. Coches, tecnologías de la información, rutinas, responsabilidades autoimpuestas, roles heredados.....un sin fin de ruido que ciega nuestros instintos más profundos y esenciales.
La mujer actual, es una heroína combatiente que vive inmersa en una guerra constante entre los dos bandos de la dualidad ficticia creada en la gran cuna de la sociedad. Ella, en el día a día, queda suspendida del hilo de la fatalidad intrínseca y asociada al inconsciente colectivo. Una dualidad casi genética, con una impronta que entremezcla surrealismo y realidades, a veces, amargas como la hiel.
Esa mujer, luchando por ser una persona más dentro de un mundo para nada igualitario, se rompe los esquemas cuando, de repente, es capaz de controlar el ritmo de su reloj digital. Y si se le ocurre por un instante, tejer un patchwork de silencio, que le cubra como un edredón cálido y protector de las agresiones del estruendo diario, se queda helada e inmersa en un vacío existencial procedente del sueño introspectivo, tan "reparador" y tan impactante a la vez.
Y, en mi opinión, nosotras sí somos ya conscientes de todo lo que nos rodea. El instinto natural ha ido seleccionando a las más fuertes y estamos ahora preparadas para ello. No tenemos ningún problema en afrontarlo.
Y como siempre, el "pero" existe y solemos convivir con él. El "pero", es ahora mismo un gran interrogante masculino, del que, no es que no sepamos nada nosotras: es que ni el hombre mismo encuentra un reflejo que le asegure y le confirme su verdadera identidad.
En definitiva, la sociedad de hoy tiene miedo, como todas, de algo indefinible por el momento: "el hombre", ese gran desconocido silente, que vive embarazado de si mismo....(PREPARAOS PARA CUANDO SE PONGAN DE PARTO...)
MER
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